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Subimos hacia el pueblo para lo que iba a ser nuestra despedida del municipio,
dándonos un paseo a los termales, actividad que ya habíamos planeado con
anterioridad. Hernán, nuestro compañero nos informó que él invitaba al almuerzo y
otras cuantas cositas, estas eran dos medias de ron Medellín añejo de tres
años; unos paquetes de pasabocas, los cuales eran paquetes grandes que
contenían unos más pequeños de diferentes sabores de los que cada uno podía
escoger entre platanitos fritos hasta bolitas de maíz de colores
con un sabor dulce; dos botellas de tres litros cada una de Coca-Cola acompañarían el almuerzo que se encontraba empacado en hojas de plátano,
este hecho por la señora Rubiela, contenía plátanos asados, arroz, una
carne en extremo sabrosa y papas muy bien guisadas.
A la
espera de abordar el vehículo que nos iba a llevar hasta el lugar donde
se encontraban los termales, se nos arrimaban unos niños y niñas del colegio
pidiéndonos autógrafos, situación que durante toda nuestra estadía fue el común
denominador, a algunos de mis compañeros les molestaba, a otros les parecía algo
novedoso, y otros aceptaban con orgullo como si de verdad fueran famosos.
Abordamos el vehículo, el cual era un campero de marca Nissan de color
naranjado con pegatinas y propaganda pegada en los costados alusiva a
candidatos a la alcaldía. Unos optaron por subirse atrás, a mí me tocó en la
parte de adelante con Andrea y el conductor, algo apretados pues no podíamos
estorbarle mucho a él para que pudiera hacer los cambios de marcha del vehículo
por medio de una palanca que estaba adornada con una especie de ámbar y adentro
traía un insecto.
De
camino por la tortuosa carretera destapada, Hernán decidió que paráramos en una
parte del camino donde se encontraba una virgen encerrada con una rejita
pequeña y adornada con flores que según cuenta Hernán, en su investigación
le dijeron que los pobladores hacen procesiones desde ese lugar hasta la
iglesia. Considero que es una distancia larga, pues hasta allá pasaron como unos 20 minutos
en carro. Luego de esto subimos aproximadamente 10 minutos más, y llegamos a lo
que era un sendero algo resbaloso por las piedras y por la inclinación, estas
piedras eran delgadas, pequeñas y muy frágiles, pero algo peligrosas pues
cuando se parten quedan en forma de astillas muy filosas, entonces una caída en
medio de estas rocas podría resultar peligroso, por lo cual bajamos con mucha
cautela.
Al
llegar al sitio, nos encontramos con que había una integración de una escuela
de una vereda cercana, había tres tanques de agua caliente disponibles y los
asistentes en su mayoría niños disfrutaban al máximo. Pasamos y dejamos
nuestros objetos en una especie de caseta construida por seis columnas de madera
no muy gruesas amarradas con vigas alrededor y encima un techo de lata. Después
los niños de esta escuela salieron junto con el profesor para lo que sería una
"pequeña descubierta de amigo secreto" mientras eso, mis compañeros se
desvistieron y procedieron a meterse al termal, en el tanque más grande que era
el del fondo, yo opté por no sumergirme pues quería observar el acto que se estaba
produciendo en la casetica.
En
esta pequeña reunión los niños arribaban uno por uno a recibir antes que todo el
almuerzo que constaba de arroz, ensalada de repollo y zanahoria, pollo
cocinado y papas sudadas. Luego de recibir su plato, hacían otra pequeña fila
para recibir un vaso de jugo de guayaba en agua, y buscaban un lugar cómodo
para comer, algunos optaban por acomodarse en una piedrita, otros
simplemente tendían una toalla en el suelo para sentarse a comer. Después de
comer todos se reunieron en un círculo y en el medio se encontraba el profesor
quien llamaba uno por uno a los alumnos para que adivinara a quien tenía de
amigo secreto, cada uno de los niños tenía un paquetico en la mano que era el
regalo que le iba a entregar a su amigo. El niño o niña que no adivinara quién
era su amigo secreto, recibía una "pena" del profesor, que era simplemente
besar a alguien, saltar, bailar, cantar algo, gritar "estoy loco", etc.
Uno a uno pasaron y la mayoría tuvieron que realizar la “pena”.
Al
rato de realizar esta actividad la brisa aunque poco, empezaba a caer ya no
hacia el sol resplandeciente de cuando llegamos al sitio y cada uno de los
niños incluyendo los profesores iban cogiendo sus cosas y salían camino a casa,
mientras que nosotros destapábamos cada uno nuestro
almuerzo y empezamos a comer un exquisito manjar. La comida resultó muy buena y
además de que algunos no habiamos desayunado entonces nos cayó muy bien la comida. Yo
aún no me metía al termal, junté unos palos y les prendí fuego para calentarme,
pues hacia frio debido a la lluvia, tuve que coger papelitos que estuvieran por
ahí para poder encenderlo, pedacitos de madera en forma de astillas, pues no
tenía a la mano una vela para que encendiera mejor, Andrea me ayudaba a meter
los palos para que el fuego no se extinguiera. Ella no se volvió a meter al
termal, estaba como aburrida pues de hecho se quedó dormida ahí sentada en una
roca grande que había en el interior de la caseta, mientras que yo compartía
con los otros compañeros que se encontraban de nuevo en el termal.
foto archivo-equipo: vapor que emana del termal |
foto archivo equipo: grupo de estudiantes de la U de A |
Así termina nuestra estadía en los termales, una tarde llena de agua con diferentes temperaturas, pero con la satisfacción de el haber cumplido con una labor académica que se tornó enriquecedora y divertida gracias a nuestros amigos habitantes del municipio de Peque (Antioquia).
por: Andrés Avendaño Agudelo
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